Lo que verdaderamente me mata es la dignidad, y lo dije desde el primer día en que no estuviste.
Y no me mata por dignidad propia, porque me sienta autoridad en la vida de nadie, o porque crea tener la razón… me mata de dolor de camino recorrido de saber que hay más y mejor y que no se ve… no se ve cuando se está ahí metidita en el círculo, empapada hasta las rodillas y con los ojitos mirando impertérritos en una sola dirección.
Me mata saber y me mata aún más saber que lo sabes y te quiero tanto que no quiero que pase de nuevo.
Pero no puedo hacer nada, no debo hacer ni decir nada… no es asunto mío, no debería ni siquiera escribir esto a sabiendas de que podrías leerlo… a mí que más me da si no es mi vida. Pero no puedo evitarlo, porque sé que es llegar a punto de ebullición – o peor, de implosión- con peligro de perder la esperanza y la confianza en la humanidad.
Yo solo estoy contigo, para lo que haya que estar bueno o malo… y espero equivocarme, porque casi siempre espero equivocarme pero ahora particularmente porque te quiero, porque quiero que estés bien, porque eres casi mi hermana… y aún no pierdo del todo la afición de cuidar con uñas y dientes –de ser necesario- a quien quiero de quien quiera hacerle daño.
1 comentario:
uy... hardcore...
media vuelta y salgo... que no es conmigo jejejeje
suerteloca!!
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