Y de repente, de sopetón y de improviso comprendes a esos entes que asumieron la misión suicida de *hacerte crecer en bien*
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Y de repente, de sopetón y de improviso comprendes a esos entes que asumieron la misión suicida de *hacerte crecer en bien*
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Dentro del bosque de contradicción que se crea al usar palabras ajenas –dichas o escritas por otros- para expresar sentimientos propios e intransferibles, me lanzo al barranco de la subjetividad y repito palabras foráneas a mi boca.
No lo hago porque sea más fácil, no porque me haga falta –o me sobre- inventiva, solo porque aquellas que surgen de mi (mente, imaginación, corazón o páncreas) prefiero guardarlas para un par de ojos y un par de oídos.
Y *ser egoísta* sí. Muy a pesar de toda la miel destilada desvergonzadamente delante de una amplia variedad de audiencias.